Aquí estaba el zaguán donde un día
su amor me esperaba buscando una estrella.
Me quería, lo sé, me quería
y había una angustia llorando con ella.
Delantal retorcido en sus manos,
viejo chal que el invierno llevó.
Por caminos oscuros de arcanos
perdidos, lejanos, también se perdió.
Delantal, delantal de colegio,
sortilegio de amor de muchacha.
Con sus rachas de viento sutil
me devuelves a veces su viejo perfil.
Delantal, delantal que en la espera
se hizo cera velando mi ausencia.
Tu presencia se clava en la ojera febril
de un zaguán que murió en otro abril.
Sólo sé que era buena y callada
su cara sumisa, tan triste, de tiza.
Y su risa, su risa doblada, velada,
y su amor de dolor y ceniza.
Delantal dolorido de ayes
que en el mal de mi ausencia torció,
yo te busco penando en las calles,
las calles de barro que el tiempo borró.
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